A veces imagino que la gente dice de mí que si yo supiera lo encantadora que soy, sería insoportable.

De entretiempo

Los charcos de Huesca hacen corazones.

Pues nada, que ayer se me ocurrió esa frase, la del título de la entrada. Y pensé que tenía que ser un poema en sí misma, o en cualquier lugar, no perderse dentro de un texto. Así que la he puesto de cabecera.

Nada que ver con la realidad. Ahora en verdad pienso que soy pesada e insoportable. Pero es que lo de la desescalada me cuesta. Más después de leer ayer lo de Alemania, Corea del Sur y China.

Me da mucho respeto. Hemos hecho mucho esfuerzo. Y me gustaría que todo siguiera bien. Nuestra experiencia en esta pandemia es que lo que pasa en los demás países también pasa aquí después. Así que máximo respeto a esta desescalada.

Como ya podemos salir, he ido a pasear con Eleni. No me veo tomando una caña. Me cuesta hacerme a la idea. Por mí…

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El Orgullo

Hace unas semanas estuve en la gala de la Asociación de Periodistas de Aragón y el Colegio Profesional de Periodistas, entregaban el Premio Periodistas de Aragón-Ciudad de Zaragoza a Mme. Puisac como directora de la serie La Transición en Aragón y ni yo ni nadie (nadie) podíamos perdérnoslo.

No sabría muy bien deciros el por qué, pero estaba orgulloso. Desde antes que subiera al escenario, al verla brillar entre los invitados, besos y saludos, ya estaba orgulloso. Después sentado junto a su familia, que siempre tienen una butaca disponible al lado, un plato en la mesa el día de sanlorenzo o una furgoneta dispuesta para una mudanza aventurera, miraba orgulloso como se desenvolvía frente a los micrófonos (los micrófonos). No le tembló la voz, no se olvidó de nadie del equipo, defendió su empeño de años porque el programa viese la luz, le dio tiempo a dar las gracias a sus más cercanos, hizo un alegato a favor del periodismo comprometido y de puesta en valor de todas las personas que luchan por hacer de este un mundo mejor. Creí reventar del orgullo. ¡Booooooooom!.

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Aquí Pasolini y la Callas orgullosos de sus perretes con las islas griegas de fondo.

Después le he estado unos días dando vueltas a esto del orgullo. A ver, no tengo razones para estar orgulloso de su premio, no le he enseñado nada, escasamente conozco su medio, un medio del que consumo poco por decir algo (nada). Tampoco hemos tenido una conversación iluminadora a las tantas de la madrugada frente a un lago (con guitarras en la noche, compartiendo un cigarrillo), ni le he hecho un regalo oportuno que despertase una pasión en ella adormilada… así que supongo que mi orgullo viene solo de estar ahí. Del amor incondicional y de mi admiración total por la confianza que demuestra en todas las facetas de la vida. Con un apellido u otro, es y será una grande de lo que se propoga. También estos días me ha dado por pensar en la gente que se siente orgullosa de cosas que otros han hecho, de pertenecer a un país, de poner en el balcón un trapo (bandera), de ese premio especial fin de carrera a una amiga, de las gestas de sus antepasados, de los once títulos de Nadal en París y os pregunto yo ahora (por veinticico pesestas) ¿esto es orgullo o una especie de felicidad disociada?.

“El mayor agradecimiento por este premio va dirigido a todos los que en los años 70 soñaron con un mundo pleno de libertades y lucharon por ello desde sectores como los sindicatos agrarios, los púlpitos, los colectivos de mujeres y, por supuesto, desde los medios de comunicación”

Libertad. Jonathan Franzen

Me declaro ajeno a todas las discusiones existentes en la blogosfera entorno a la figura de Jonathan Franzen. Vamos ni creo que sea el gran autor norteamericano de nuestros días, ni que escriba truños carentes de todo interés. Me quedo con las ganas de leer su anterior novela (Las correcciones), pero de momento todavía cuando voy a acostarme acude a mi cabeza Walter y su obsesión con preservar el hábitat de las aves canoras y de advertirnos de los peligros de la superpoblación del planeta. También asoma la punta de la nariz la indecisión vital de Patty y claro como no pensar en Richard (cantante de los Traumatics y de los exitosos Walnut Surprise), en el que intuyo reflejados tantos rock-folk-singers de la escena alternativa norteamericana. Por aparecer hasta en ocasiones se me cuela la estúpida seguridad de la joven Lalitha

Es verdad que no es una novela que te enganche con el primer párrafo, pero cualquier lector mínimamente entrenado (que haya superado la fase de El Barco de vapor), descubrirá el interés de adentrarse en los entresijos de esta dysfunctional happy family.

Pobre Walter. Primero había dejado de lado sus sueños de actor y cineasta por un sentido de la responsabilidad económica para con sus padres, y después, en cuanto su padre lo liberó con su muerte, fue a juntarse con Patty y dejo de lado su aspiración de salvar el planeta y entró a trabajar en 3M, par que Patty pudiera tener su fabulosa casa antigua y quedarse allí con los niños. Todo ocurrió casi sin siquiera planteárselo. Él se entusiasmaba con todos los planes que la entusiasmaban a ella, se entregó a la reforma de la casa y a defenderla contra su familia (…). En los primeros años, era tal su fervor por Patty que a sus ojos ella no podía hacer nada mal. Y sin duda fueron muy buenos años.

El Gatopardo. Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Pensaba que no me iba a gustar mucho. A mi siempre me da por pensar tonterías. Por eso supongo que lo he tenido mucho tiempo por ahí dando vueltas, parecía que nunca llegaba el momento de agarrarlo, pero todo llega. Y la verdad es que lo he disfrutado como nunca pensé que lo haría, con una sonrisa en la cara.

Y otra peli que no he visto. Aún así puedo decir que he sido testigo de los estertores del siglo XIX en el sur de Italia. El ocaso de una familia y con ellos el de un sistema agotado que deja paso al mundo moderno. De la mano de don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, le he dado la bienvenida a la nada. Ante su lucida mirada todo se derrumba. Palermo, Bendicò, Tancredi, Angélica, Don Calogero, Concetta, Garibaldi, Donnafugata. Nombres que me van a acompañar una temporada, se acerca el momento de visitar las tierras de la novela. Y aunque no viene a colación ¡prepárate Constanza!.

Chevalley pensaba:

«Este estado de cosas no durará. Nuestra administración nueva, ágil y moderna lo cambiara todo«.

El príncipe estaba deprimido:

«Todo esto no tendría que durar, pero durará siempre. El siempre de los hombres, naturalmente. El siempre de los hombres, naturalmente, un siglo, dos siglos… Y luego será distinto, pero peor. Nosotros fuimos los Gatopardos, los Leones. Quienes nos sustituyan serán chacalitos y hienas, y todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuaremos creyéndonos la sal de la tierra«.

Sin respuestas

En Canfranc tras el diluvio. La luz del generador, el agua embotellada. Aún con todo, qué a gusto se siente uno en casa. Y hablando de casas y direcciones, antes de salir para acá, cogí una postal del correo. A quien me la envío decirle que claro que sí, que we are family!. De las nuevas claro. Algo en lo que pienso a menudo… y que me  encanta. Yo que en el examen de la opo, tenía esperanzas de que saliese ese tema que decía; Modelos actuales y características de la familia. Aunque al final no salió. Y que casualidad tenerla en mis manos aquí. Porque aquí he aprendido algunas cosas acerca de este concepto. Bueno de este y de otros muchos. Aquí me ha dejado la riada en varias ocasiones y en cada una de ellas aprendí cosas nuevas. Cosas que me han hecho ser un poco como soy. Que es  ser un poco como este lugar.

Han sido unos días de reencuentros, resúmenes, besos y abrazos, de encontrar papeles que dejé olvidados, de mucho hablar, mucho escuchar, espanglish por aquí italospañol por allá. A ratos he estado noqueado. Y es que ha habido tiempo para todo, incluso de llevarme alguna que otra bronca. Téneis razón, debería de dar señales de vida más a menudo. Pero aunque no lo hago, sabéis el amor incondicional que os tengo, Modern Family. Y permitidme que para terminar cite una cosita de Cioran, no es para presumir de nada, solo que lo leí por ahí este fin de semana y le he estado dando un par de vueltas: «Los días no adquieren sabor hasta que uno no escapa a la obligación de tener respuestas».