Un comienzo tibio, algo desconcertante… vaya, he vuelto a equivocarme, dije para mis adentros. La historia no se presenta muy complicada, una profesora y un antiguo alumno van de viaje. Ella es latinoamericana pero vive en Noruega, está atravesando un periodo oscuro, su ex alumno es rumano y vive en Noruega también. Hostia Noruega. Mihail la invita a viajar a Rumanía, ella acepta. Arranca así esta especie de road movie que nos lleva por inhóspitos parajes terrenales y emocionales. Caminos de autodestrucción, con numerosas paradas en la orilla de la carretera. La muerte siempre en el retrovisor. La ventanilla bajada, el aire desordenando la melena. Pocas veces he acabado un texto, que tuviese un primer capítulo tan flojo. Me alegro de haber hecho autoestop, de que parasen, de haberme dejado acomodar en el asiento trasero.
En el comedor de la casa, sentados a la mesa, encontramos a Petrus y a una mujer que no era Raluca. Los niños no estaban. No hizo falta que nos presentaran: era Girogeta. Lo supe porque su cara me sonaba a su voz en el teléfono antes de que pronunciara palabra.