Museo de la verdura. Calahorra (La Rioja)

Este verano de burbujas y turismo interior, hay que dejarse sorprender por destinos cercanos pero que no por ello dejan de tener un toque de exotismo. Esta vez caímos en Calahorra junto a Special K, sin saber muy bien cómo, ni por qué. De hecho hasta que no nos acercamos a un “puestecillo” de información turística que nos salió al paso deambulando por el centro, ni siquiera sabíamos que a esta urbe se la denomina “la ciudad de la verdura”. Así que a pesar del importante pasado romano de la ciudad (Calagurris), catedral, conventos y santos mártires, nos decantamos por la visita al Museo de la verdura, que nos parecía de lo más pintoresco.

Allí tras las oportunas medidas sanitarias y pagando la entrada porque el día de visita gratuita era el jueves y no nos dio por llegar en jueves, accedimos a unas completas explicaciones acerca de los terrenos que rodean la ciudad, bañados por el Cidacos, las verduras que allí se cultivan, su proceso de crecimiento, útiles y herramientas que se utilizan para la huerta… así todo hasta llegar a los procesos de envasado o congelado a los que se someten parte de ellas. Hasta allí todo iba según lo previsto, pero andábamos ansiosos de descubrir algo que tanto en el puesto de información como en el mostrador de entrada al museo nos habían comentado, en la planta superior del museo había algunos trajes confeccionados de verduras. Desde hace unos años se celebra la Pasarela Ciudad de la verdura, un desfile de moda que se lleva a cabo dentro de las Jornadas Gastronómicas de la verdura. A nosotros eso de los trajes de verdura nos sonaba a Lady Gaga vestida de filetes de ternera, pero resulta que no y para muestra os dejamos aquí unos cuantos. Por cierto, algunos años el desfile ha sido temático, y en 2015 se realizó un homenaje a Cristóbal Balenciaga y en 2016 a Alexander McQueen. Aquí os dejo unos cuantos modelos, que como podréis ver están cuajados de peladuras de cebolla, ajos, guindillas, pimientos secos, alubias, arroz, laurel, maíz guisantes…

Estaremos ansiosos durante abril de 2021 para saber si habrá nueva edición de esta pasarela, a la que nos gustaría cubrir, como si fuésemos «El Voug». Fan-ta-sí-a.

Batallando en la nueva normalidad

planteroVuelvo a estar sin mucho tiempo estos días para dedicarle al blog. Estoy intentando acostumbrarme a la vuelta a todo. Y me cuesta. Ya volví al trabajo, al que venía haciendo a.CV, después de mi “atribución temporal de funciones” que ha sido breve pero intensa. Rachell me fuí más tarde que tú y me han devuelto antes, ¡ánimo!. Ahora hay que volver a generar rutinas, confianza y cambios. Ando algo perdido y desganado, pero espero que se me pase pronto y pueda volver a tener un poco de fe (y esperanza). Y si no, pues a otra cosa. Porque no hay que despistarse que la vida son cuatro «raticos». Ayer nos llevábamos la triste sorpresa del fallecimiento repentino de una persona de nuestro entorno laboral y social. Demasiado pronto, porque siempre es demasiado pronto, y en un momento raro en el que como hemos dicho muchas veces en estas cartas, las despedidas son especialmente dolorosas. Despojadas de ritos, frías y sin poder demostrar nuestro afecto a través del contacto. Pienso que ahora tenemos que hacer un esfuerzo para ser capaces de activar nuestras vidas, de ser más conscientes y de mejorar como personas. Yo aún espero sacar algo positivo de esta pandemia.

Sorpresas te da la vida

Voy sentado en este tren semi desierto y pienso en como a veces la vida nos lleva a lugares insospechados. Si a mi me hubieran dicho que me levantaría todos los días a las 6 AM y me trasladaría a una hora de donde estuviera viviendo para llegar a un trabajo que no me gusta… me hubiera dado un ataque de risa. Pero para risas las que nos vamos a echar mañana ¡estamos de boda!. La fantástica mesa de los solteros pierde a una de sus miembros más ilustres, pero no sé porque me da a mi, que más que perder una, ganamos uno. En fin que espero que no sólo lo pasemos bien mañana, si no que los novios sean muy felices juntos y que nosotros podamos seguir disfrutándolos. Y entre otras cosas disfrutaremos de ese brindis ya mítico ¡por que nos casemos todos el año que viene!.

De entretiempo

Yo al contrario que mi amiga Elena, adoro las sorpresas. Bueno, menos cuando van dirigidas exclusivamente a mí, que me cohíben un poco. Pero no es el caso. Y es que hoy en día abrir un blog, ya se puede considerar sorpresa. A la vejez, bloguera. ¡Viva!. Rqlcas ha abierto una pequeña ventana frente al abismo, en la que anda decidida a dejar entrever capítulos deshilachados de una novela y pensamientos al vuelo que le vengan. No dejéis de seguirle la pista, pinchad aquí.

rach

Yo, vi dinosaurios (por ti)

Era la semana pasada. Estaba en El Pueyo de Jaca. El curso tocaba a su fin y la coach nos mando por parejas a pasear por las inmediaciones del aula. Hacía un día espectacular. Soleado, temperatura agradable, pero nada de mangas cortas. Teníamos que hacer el paseo en inglés. No recuerdo muy bien que teníamos que contarnos pero sé que después había que explicarlo en el aula. En el prado de debajo pastaban una yeguas con sus potros de días. Nos acercamos para verlas mejor. Saqué el móvil e hice una foto con el fondo de Peña Telera. Guardé el móvil y seguimos caminando. Tanto, que volvimos tarde al aula. Ya estaban con la evaluación. Silencios, cuestionarios y risas. Al llegar a la habitación miré el móvil. Se había colado un dinosaurio en la foto. Si uno de esos con alas que tienen la cara afilada. Remontaba el vuelo después de beber en la orilla de Bubal. Seguramente había dejado a sus crías ocultas en uno de los picos cercanos. Que pena que lo pille de lejos y no me sirva como prueba de casi nada.

dino

Skaters, last minute!

Es jueves, es de noche. Conduzco el coche de Joaquín, abro la puerta del garaje y bajo la rampa. Me encuentro a un señor, mediana edad, con patines en línea, casco y rodilleras. Llego a la plaza de garaje y mientras salgo del coche, veo pasar al señor recorriendo el pasillo central del parquing. Después aparece por uno de los laterales y enfila hacia el último pasillo, donde la oscuridad lo engulle desapareciendo de mi vista. Cierro el coche y me dirijo al ascensor. Es en el momento en el que se abren las puertas cuando caigo en la cuenta de lo extraño que es todo. Que haya un señor patinando en el garaje y que no me haya extrañado su presencia hasta ese mismo momento. Pulso en número dos. Abro la puerta, ya estoy en casa.