Trío. Johanna Hedman

Aquí tres jovencitos nórdicos perdidos en sus circunstancias, aprendiendo, deambulando (por Paris, Berlin, Nueva York), confundidos, caprichosos, sinceros, amantes ocasionales, amigos y residentes en Estocolmo. Thora y August se conocen desde pequeños, Hugo es un extraterrestre llegado a la capital sueca y a unos círculos sociales que le son totalmente ajenos. Atraído como una polilla a la luz, su vida comienza a girar en torno a, en torno a no sabe muy bien qué.

Un argumento que no puede estar más alejado de mi vida. La de aquí, la de ahora. Pero aún así disfruto con esta novela que fluye, que se lee con interés, con un buen dominio del diálogo por parte de la autora y con el personaje de Hugo, avanzando a trompicones entre todo lo nuevo que le sucede y su poca capacidad de procesarlo. Los semestres de la universidad, las reuniones familiares, las costumbres sociales suecas, la despreocupación por el futuro de quién nunca tendrá problemas, hasta el enfado testarudo de Thora y la confesión final de August a Frances (who´s that girl?)… me ha producido nostalgia. De algo que no he vivido, de algo que sólo pasa en el papel y eso es algo que siempre, siempre, me gusta.

Trate de mostrarme tranquilo y pasaron unos segundos antes de que me diera cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Luego lancé un profundo suspiro e hice un gesto con las manos para mostrar que no sabía cómo responder a eso. Ante mí, vi nuestra relación como si fuera algo resbaladizo que se me escapaba de las manos mientras ella la pisoteaba, como si no significara nada.
-Nunca he creído que me necesitarás – le dije dándole la espalda.

Algo en lo que creer. Nickolas Butler

Una historia que pasa en un pequeño pueblo de Wisconsin (cerca de Saint Olaf), un paisaje humano idealizado por ese grupete de lectores que andamos fascinados por el exotismo del medio este americano. Las rutinas de un matrimonio, que acoge temporalmente a su hija y nieto en casa. La naturaleza, la amistad forjada a lo largo de los años y la relación con la fé. Sencillo, bien escrito, emotivo y con un poso ético que pone el amor y la bondad en el centro de toda la acción. Y todo esto sin piruetas estílisticas ni cursiladas.

– Sabes, hay momentos en los que me pregunto por qué vivo aquí -dijo en voz alta-. No me sucede muy a menudo, pero los hay.

– Nah -replicó Hoot-, vivir aquí te endurece. Si te mudas a Florida o Arizona, ¿dónde está la gracia? ¿Contra qué tienes que luchar? Contra los escorpiones, supongo. Y contra las malditas pitones de Birmania.

Gente Normal. Sally Rooney

Leí Conversaciones entre amigos porque me la regalaron. Disfruté, me pareció una novela sencilla, ágil, de diálogos chispeantes y en la que todo lo que pasaba no resultaba extraño, no chirriaba. Así que por ese camino llegué a esta, que es otra historia de amor. Un amor igual de intenso, que también se ve constantemente interrumpido y alrededor del cual hay tantas certezas como dudas.

Gente Normal fue un fenómeno literario en el Reino Unido, incluso se ha hecho una serie, que está en una de esas plataformas. A la autora ya le han colgado el cartelito de “la voz de su generación” con la cantidad de amores y odios que eso conlleva. ¿Pero qué tenemos en esta novela? pues eso, una historia de amor que comienza en la adolescencia y que vamos a seguir durante cuatro años. Marianne es una chica rica, solitaria e inadaptada de un pueblo de Irlanda, que comparte instituto con Connell, un chico popular, deportista e hijo de la señora que limpia en su casa. Después del instituto viene la universidad y con ello la posibilidad de desprenderse de algunas capas, de intentar construir un yo propio, en el que sentirse cómodo y aceptado por otros universitarios que a su manera también huyen de unos mundos que consideran mediocres, pero de los que no es tan fácil sacar la cabeza. ¿Te suena? pues venga, a leerla.

Habría traicionado cualquier confianza, cualquier gentileza, por la promesa de aceptación social. Connell no era quien para juzgarlo. Él también había sido así, o peor. Sólo quería ser normal, esconder las partes de sí mismo que le resultaban vergonzosas o confusas. Había sido Marianne quién le había enseñado que otras cosas eran posibles. La vida cambió después de aquello, quizá nunca llegó a comprender hasta qué punto había cambiado.

El amor está en el aire

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De entretiempo

Desayunos con encanto.

Ay amigos, que esto os lo tengo que contar

Ya empiezan a llegar a mis oídos las primeras historias de amor confitado.

Os imagináis? Una historia de amor en plena pandemia.

Hasta ahora había oído lo del Tinder que está en boga, pero esto no me dice nada. Historias de parejas que se han enamorado y el confinamiento les ha separado mientras luchan por mantenerse cuerdos. Historias que empezaron antes de y acabaron nada más empezar esto. Novios que se ven a hurtadillas por fin un fin de semana. Parejas recién enamoradas que el confinamiento les ha regalado la mejor luna de miel.

Pero lo de hoy, no tiene desperdicio.

Vecina conoce a vecino en el balcón. Y surge una historia de amor. Me he quedado loca. Que si hoy te invito a cenar, qué hago, qué me pongo. Vaya bonita historia para contar dentro de 20…

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Vampira al estilo EEUU

De entretiempo

Abandonarse.

He decidido ser todo el día vampira. No salir de la cama y moverme solo para comer. Pero en lugar de sangre humana: pizza. Pero no pizza de la que me gusta hacer a mi, artesana con ingredientes naturales, cebollita, tomate … no no. Pizza marrana. De la poco salubre. Como soy vampira. Pues hago lo que quiero.

No estoy aprovechando nada este confinamiento en mi propio beneficio. Pero no importa. Seguro que vienen tiempos mejores.

Pues si. Vampira. Tenía cansancio acumulado como de una enternidad. Creo que en realidad me gustan los vampiros porque son ultra-románticos. Porque a mí lo que me gustaría es eso. Que me juren amor eterno. Me identifico más con Damon, parece malote y borde. Pero en realidad es bueno tiene un corazón vampiro que no le cabe en el pecho. Pero no es ñoño. Me gusta más que Stephan. Stephan es como el…

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Adiós cariño. Adiós guapa.

El señor que habla sólo en el bar se acerca a los clientes y de forma educada les pregunta si le pueden explicar como esta la situación en las calles de Barcelona. Dice que lleva unos días nervioso y que ha decidido no estar atento a las noticias. Ahora se gira hacía mi y me cuenta sus reflexiones sobre una canción de Melendi (?) que explica muy bien lo que es el amor. Al menos él se identifica plenamente con la letra. No le doy mucha cancha porque me muevo mal en ambos terrenos, así que se vuelve para la barra. Al rato llama al camarero y le dice  “How much is it? I want to pay” con un acento más que aceptable. Vuelvo a meter las narices en la entrevista que le hacen a Asumpta Serna y después a un reportaje sobre un renacido Beirut treinta años después de la guerra.

Dolor y Gloria… oh yeaaaaah!

Almodovar ha vuelto a por lo suyo. Tras la hueca Julieta, que giraba entorno a un sufrimiento vacio e impostado hasta el tedio y parapetada detrás del cartel más feo de toda su filmografía, Almodovar nos ofrece un relato de autoficción del que poca gente hablará mal en este país. Bueno, que tontería, en este país hablar mal del talento es toda una industria.

Pero vamos que en la peli hay para contentar a todos, notas biográficas confesionales (o no), grandes interpretaciones, amor, humor, destellos de rencor, cine dentro del cine, algo de costumbrismo rural, tequila, un poquito de heroina, una madre en la que se reflejan las madres de toda una generación y unos cuantos dolores extraños. Ha vuelto Almodovar, menos histriónico, sin grandes artificios argumentales ni elipsis al borde de lo increible, una película en la que todo fluye, todo encaja. Y esto señoras y señores, es una fiesta.

letsparty

Esto también es una fiesta. Una que debió durar tres o cuatro días, como esa que nos contarón en el trabajo…

Danger, le photocopillage tue le livre

Una vez tuve un compañero de trabajo que encontró novia acercándose a una chica en un bar y diciéndole que era preciosa, que le gustaba mucho y que estaría encantado si algún día ella le llamara para tomar algo. Después sin darle tiempo a responder le entrego un papelito con su número de teléfono. Peliculero ¿no?. Pues al tío le funcionó.  Incluso alguien me contó que con esa técnica ya había conocido a su anterior pareja. Era un tío muy vivo. El  otro día me volvieron a hablar de él y no pude  evitar sonreír al pensar en el montón de papelitos que con su número pueblan la noche de la ciudad.