Octubre, por la mañana. En el travía.

La semana que viene el puente de Todoslosantos. Dentro de nada el de Laconstitución. Y a lo que te des cuenta Yaestamosenavidad. El tiempo vuela y tu mirás a través del ventanal del tranvía mientras te ajustas la mascarilla y piensas que no has elegido prácticamente nada de lo que has hecho hasta ahora en la vida. Que ya no eres joven, que nadie te enseñó sobre las cosas que ahora crees importantes y que somos una generación que hemos hecho mucho pero pensado muy poco sobre el sentido de la vida. ¿Lo tiene?. Igual es que se nos han ido las fuerzas en vivir, en pensar que decidíamos entre cientos de opciones, que lo hacíamos libremente y en reivindicarnos como seres de luz. Con lo complicado brillar a plena luz del día. Se suben una docena de universitarios en esta parada y ya tienes que ir pensando en colocarte para alcanzar la puerta. Pensando en superar el bloqueo.

Barrios rurales

Ayer fuí a tomar café al extrarradio. Había muchos bares pero sólo uno abierto, aún así nos paseamos frente a todas las verjas. Volví con un bolso para un regalo y un cartón de bingo mexicano gigante. ¡Ah! también una revista tendenciosa de ¿Países bajos?. Estuvimos a la sombra recordado como era la vida antes y que por estas fechas debían de ser las fiestas de este barrio y del mío. Me fastidió no poder venir en fiestas, creo que podría haber sido divertido. También caté de refilón el Enate gewürztraminer (la cosecha del 17 y la del 19), muy floral el primero. Un gusto. Y así se nos fue escapando la tarde y cuando cerré la puerta de casa, me pareció estar más vivo, me pareció que este domingo había hecho algo.

Arriba los corazones

De entretiempo

Foto de archivo

Holaaaaa!

Ayyy, ayer me pilló el toro y no puede escribir

No me siento con mucha energía para decir de nuevo lo que tenemos que hacer. Creo que ya lo tenemos todos bastante claro. Ahora hay que tener cuidado con el desánimo. Que esto ya se hace largo y puede haber despistes. Estad atentos. No perderse nadie por favor.

He pensado, que llegados a este punto en el que todavía nos queda bastante: ha llegado la hora de proyectar. De pensar qué es lo que vamos a hacer este verano. Cuando todo esto haya pasado.

Yo seguiré con mi plan en la medida de lo posible. Como estaba preparando concienzudamente unas oposiciones y tenía posibilidades de aprobar. Pensaba celebrarlo en el día de mi cumpleaños. Como me gusta a mí. Con todos y todas. Pero claro, la oposición está ahora en un limbo y nadie sabe cuando…

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Es jueves

Ojeo con la psicóloga un Hola que estaba arrinconado en el mostrador de la cafetería. Estamos en la prisión de Zuera. Hablamos del modelito que lleva Carolina de Mónaco en no sé que gala benéfica. Vamos, lo normal. Pedimos unos cafés y fijamos la mirada en el matrimonio mayor que está esperando que se abra la puerta para entrar a las comunicaciones. Tienen más de setenta años y miran las baldosas que tienen en frente con el mismo interés que miró Champollion por primera vez la piedra Rosetta. Hay un chico con unas Nike rojas y negras sentado en una silla junto a la puerta de los baños. Una chica de las de coleta alta, pasa por delante nuestro con una bolsa de rafia, llena de ropa y se acerca al mostrador de admisión para que la revisen. Gira la cabeza repentinamente y al encontrarse nuestra mirada nos sonríe levemente. Aparto la mirada y digo en voz baja, lo normal. El camarero aparece de la cocina con un plato con tres churros y lo deja frente a nuestras tazas de café ya vacías. Dos señores sentados en las banquetas a nuestra izquierda completan el cuadro resignado de este momento irrepetible. Hablo sobre mi resfriado, sobre mi móvil que ha empezado a hacer tonterías y repaso todas las cosas que me quedan hoy por hacer. Mañana serán más. Juntamos el dinero que llevamos en los bolsillos y pedimos la cuenta. Afortunadamente nos llega para pagar.

Tio Manolo

Y esto luego ¿dónde lo llevan? ¿a La Cartuja?. Tengo que reconocer que aún me sorprenden tus preguntas. No puedo evitar sonreír cuando dices ¡ostia que navaja más hermosa! mirando fijamente otra pared blanca. Yo me voy, que aquí ya no hago nada. Me cago en Dios que mañana. ¿Dónde esta el del barbero?. Te digo que es la hora de comer y que luego iré a buscarle. Anda tú, córtame estas ramas. Como si lo que te sujeta a la cama no fuesen unas correas de sujección mecánica. ¡Guardia! ¡guardia! gritas mientras vuelvo a taparte con la sábana. Durante un rato a casi todo te respondo con un después. Con gesto serio me dices y si no hay después… ¿qué haremos?. No lo sé. Lo pienso un rato. Probablemente nada.

Caminando

Son fiestas. Era temprano. Yo iba a trabajar, un grupo de veinteañeros volvían a casa vociferando y con algunas dificultades para mantener la trayectoria. En la acera había una furgoneta aparcada con el portón trasero abierto. Ellos se han hecho a un lado para esquivarla, yo al otro. Justo en ese momento dos operarios de la funeraria salían del portal y se dirigían a cargar la camilla. Han enmudecido, nos hemos mirado, puede que todos estuviéramos pensando en la fugacidad de la vida. O puede que todos nos preguntásemos porque hoy no habíamos elegido otra ruta. La vida, la muerte, abrir los ojos, además de mirar… ver. Cuestión de elección.

niños arte

Manchas solares

De sopetón me veo en junio, la piscina llena de gritos, el sol en la cabeza y entre las manos se me escurre el libro de Juego de Tronos. Acabo de llegar del hospital y me invade una tonta sensación de que esto ya lo he vivido. Fue hace dos años. También el año pasado. Me veo atrapado en esta vida que no sé si he elegido. Que no sé si me gusta. Sé que tengo que hacer cambios, me lo han dicho ya varias personas. Orwell ha sido el último «Nos hemos vuelto demasiado civilizados para captar lo obvio. Porque la vedad es muy simple: para sobrevivir, a menudo debemo pelar, y para hacerlo hay que ensuciarse«.