Titulares

Otro fin de semana al bote. No, no hay hogueras. ¿Te has descargado el Signal? ¿tienes ya Telegram? ¿qué has oido de Line?. Puede que llueva. La moda ha pasado de moda. La cacerolada de Castejón de Sos reune a más de 300 personas. El Ayuntamiento de Zaragoza firma un convenio de 30.000 euros a dedo con una entidad para asesorar a mujeres embarazadas. El Huesca empatará en su partido de liga. Parece que ERC alterará su estrategia de cara a las elecciones catalanas. En Madrid se incendia el prostíbulo más grande de la ciudad. Madrid (siempre Madrid, todo el rato Madrid), avanza hacía un confinamiento «de facto». Carolina Marin vuelve a ganar el Open de Tailandia. No sé yo si avanzamos hacía la inmunidad de rebaño. ¿Oye y lo de Bertin que te parece?.

ZaZa, emperador de Ibiza. Ray Loriga

No la leí cuando salió… por pereza. Las últimas entregas de Ray Loriga habían pasado sin pena ni gloria por mis manos. Manos que se resistían a darle carpetazo a esa conexión que muchos sentimos una vez con el autor de Héroes, Días extraños, Tokyo ya no nos quiere y Trífero. Estaba ojeando las novedades en bolsillo cuando lo vi, el resto os lo podeis imaginar, un clásico. Acaricias el lomo, lo piensas, lo sacas de la estantería y te acercas a pagar. Creo no haber robado nunca en una librería. Lo que no esperaban cuando llevaba esta novela en la bolsa de viaje era que me iba a divertir tanto. Porque aquí hay un Ray Loriga divertido, ágil, juguetón y que en algunas partes de la novela campa a sus anchas en un surrealismo cañí muy de agradecer.

Un texto que comienza con un “Sí que sucedió. Y no nunca.” disyuntiva esclarecedora y muy alineada con la tradición del autor, que desde ese momento desata una espiral dónde irá apareciendo un poco de todo: drogas viejas, drogas nuevas, algo de existencialismo hedonista, trayectoria vital del protagonista Jaca, Madrid, Ibiza, costumbrismo contemporáneo balear, fiestas, asesinatos, estudios científicos, algún que otro mono… un cocktail que nos devuelve a un autor que sigue en la pelea por su puesto de referencia generacional, a pesar de sus patinazos y de su poco interés en presentar batalla.

También la cocaína era más cara hace un década, y por aquel entonces –que es a todas luces un entonces ya muy lejano- los cocineros sólo eran famosos en Francia (es de suponer que a falta de otros famosos). Frente a ese mundo distinto que es el pasado reciente, sorprende ahora recordar que un grupo, un dúo en realidad, llamado Everything but the Girl tenían un disco en el mercado que incluía una preciosa canción “Missing (Like the Deserts Miss the Rain)”, que parecía el principo de algo, pero que sin duda era el final.

Madrid, el traje, la derrota, Ajoblanco, pensar en la vuelta.

España perdió ayer y yo he dormido como un tronco. Madrid está lleno de gente. La gente está llena de Madrid. Julinchia me enseño su último artilugio de belleza. Juntos pateamos el barrio de Salamanca y nos reímos de la puericultura y del gallo kiriko. Lo bien que lo pasamos juntos. Alejandro me llevó a su Verbena y me introdujo en el kitsch castizo, vermú de grifo, croquetas, pinchos de tortilla y bocadillo de calamares. Estábamos cerca de la plaza Dos de mayo y todo eran tatuajes y gafas de concha. Muchos dirán modernidad de postal, pero ojo que también hay borbotones de ideas. Fuimos para la calle la Palma (la banda sonora evidentemente tenía que ser McEnroe), entre vinos hablamos de todo (Miguel incluido), aunque no de los cervidos. Ajoblanco fue una de las revistas que me marco el final de la adolescencia, que llegará a la biblioteca del pueblo junto a El Europeo y Rockdelux era un puerta abierta a otros mundos, que debían andar por ahí fuera. Así que la visita al Conde Duque era obligada. Después esta lo del desayuno en el Museo del Traje, la noche que pase sin dormir y mi vuelta, sobre el papel, al mundo del punk. Pero eso mejor no lo cuento.

One week in Alcobendas

Los días pasan lentos en Alcobendas. Nos vamos poco a poco empapando del ambiente de la 2014 FIBA Basketball World Cup, ¡ni se os ocurra llamar a esto mundial!. Why? cosas del marketing supongo. Aunque de momento nuestro trabajo es administrativo y nadamos entre listados con horarios de llegadas, interminables excells con los puestos a cubrir, correos de respuesta automática a las pataletas de los no seleccionados y recopilando información de las sedes para que los contratiempos que nos surjan sean abordables. No hace tanto calor como pensaba, pero que el hotel tenga aire acondicionado se agradece, ya veremos que pasa el jueves cuando llegan los jovenzanos y cambiamos a otra latitud madrileña.

Hoy no se curra, porque mañana es San Lorenzo. Lanaja estará en el balcón. Bien de mañana me he lanzado por los peligros, buscando un periódico que devorar, una Caja Rural (que no he encontrado), buscando las cosas que uno siempre piensa le pueden pasar cuando recorre sin rumbo las calles de un lugar nuevo. Así que buscando, buscando he acabado en un barbero dominicano hablando de baloncesto, navajas y alopecia. Y me he sentido un poco del barrio. Sí, ya lo sé siempre digo las mismas tonterías. Ahora me voy a Madrid, March, Matadero, fiestas de Lavapiés, muchas cosas.

Jay Jay Johanson. Teatro Lara. Madrid

No hubo magia. Queríamos que sí la hubiese, pero no. El lugar encantador. Agitación y modernidad madrileña en la fila de entrada. La invitación a una Estrella Galicia, nada más cruzar la puerta, un buen comienzo. Mr. Johanson estuvo correcto, tímido, nervioso, bebedor, sonriente.

Cantó bien. Sobre todo en los temas que solo le acompañaba el piano. Pero algo había en IMG-20131122-WA0000las bases pre-grabadas que le acercaban más al multinstrumentista que contratan para las fiestas de Aratorés, que al crooner del trip hop del que muchas publicaciones hablan. Y fue una pena. De todas formas, montañas de gracias a Julinchia por su compañía y atenciones. Y a Jay Jay por un On the other side desnudo y conmovedor, que sí guardaremos en el recuerdo.